Semana 2 - Confesiones

Para la entrada de hoy, pensé en hablar de esas pequeñas cosas que hacemos y que no queremos que todo el mundo sepa. Sé, según las clases de dirección de actores que tuve, que en algunas escuelas de teatro, el alumno debe representar, como ejercicio, un "momento privado": algo que ellos hacen cuando nadie más los ve. Están los que van a hablar de la masturbación y quienes van a salir un poco de la obviedad.
Siguiendo esta línea, estoy aquí para contar algunas de esas cosas que hago cuando nadie me ve, o que hago sin querer anunciarlas a viva voz. Espero no arrepentirme en el transcurso de mi escritura.

1- Confieso que me encanta leer "Orgullo y Prejuicio". Aprovechaba las horas de biología en quinto año para devorarme sus páginas y con asombro miraba a mis amigas y les decía que Lizzy por fin estaba por contraer matrimonio con el Sr. Bingley. Después de eso, volví a leerlo en dos oportunidades más, y me enorgullezco en decir que en una de ellas, pude empezarlo y terminarlo en el mismo día. Y, como si fuera poco, no dejé de disfrutarlo en cada una de mis lecturas.

2- En cuanto a las películas, puedo ver cine alemán de la época expresionista, ser cómplice de Hitchcock y su mirada, mirar a Truffaut y valorar su grandeza, pero, si haciendo zapping en la tele, la veo a la rubia regordeta de Bridget Jones, vestida como conejita, cayendo por un caño, o entre dos amores, no puedo cambiar el canal. Tengo que verla ir y venir, tengo que odiar a Darcy y después pensar que es el mejor hombre del mundo, para terminar riéndome cuando sale corriendo a buscarlo con su calzón en medio de la nieve. Algo similar, aunque ahora ya no tanto, me pasaba con Legalmente Rubia (la primera, que si esa ya es mala, la segunda parte es innombrable): cómo ridiculizaban a la típica rubia y a su séquito de amigas y cómo, en ese constante de ridiculez, ella lograba descifrar el caso (¡la clave era la permanente!), me resultaban muy graciosos.
Si hablé del libro, tengo que hablar de la película. Orgullo y prejuicio la llegué a ver una vez por día durante toda una semana. Y ni siquiera era una copia en DVD, no, era un rústico VHS que suplicaba misericordia cada vez que lo metía en la reproductora. En la línea de películas románticas (pero basadas en historias que transcurrían en el romanticismo, digo, nada con Jennifer López y Richard Gere bailando salsa, por ejemplo), vi Sensatez y sentimientos, Mujercitas (que también he leído el libro... con mi adorada Jo), y Becoming Jane. Debe haber más, pero mi memoria se hace la difícil en estos momentos.

3- Cuando no hay nadie en casa, me baño con la música a todo volumen y canto bajo la ducha. Si eso no es suficiente, una vez cambiada y con el pelo seco, corro hacia mi pieza y frente al espejo improviso un recital, o voy al comedor a los saltos y armo una coreografía digna de ser interpretada por bailarines profesionales... cuando la hago yo, parezco una persona con serios desórdenes mentales y problemas de coordinación (¿parezco?)

4- Miro Glee, no me pierdo ningún capítulo, aunque algunos me resulten más aburridos. No solo eso, creo que hay versiones de los temas que están mejores que los originales.

5-La Shakira anterior a Servicio de Lavandería es demasiado grosa. Verdad indiscutible.

6- No vi las tres primeras (en orden de lanzamiento) de Star Wars. Ni Star Trek. Temo que mis amigos ñoños se enteren y dejen de hablarme.

7- ¿Viste cuando vas por la calle y alguien te habla? El baboso que pasa y te dice algo, el tipo del auto que casi te pisa, la señora que te mira mal o protesta porque ELLA se paró en medio de la vereda y fue TU culpa no esquivarla... bueno, a esa gente, hay días que me sale hablarles en inglés. No es que lo piense, o es que tome esa determinación, es una respuesta automática que, de pronto, noto que estoy diciendo en inglés.

8- Hay días en los que me angustio o que me agarra una tristeza infinita. Esos días lloro y me duermo abrazada a la almohada.

9- Cuando empiezo un curso nuevo, cuando voy a un cumpleaños lleno de desconocidos, o a alguna reunión de características similares, me pongo sumamente nerviosa. Me duele la panza, me sudan las manos, y empiezo a bostezar. Después, cuando compruebo que no es tan terrible, o que puedo hablar con otras personas, se me pasa. Eso sí, los cinco no los choco con nadie.

10- Si estoy nerviosa, lo mejor que puedo hacer es escuchar música. Un disco conocido que me acompañe en el trayecto, es lo que necesito para evitar que mi alma salga huyendo de mi cuerpo.

11- Será la falta de confianza que me caracteriza, será toda la inseguridad que llevo a cuestas, pero para algunas cosas necesito mentalizarme. Me pasaba con básquet, me pasa ahora con el patín, ir en el viaje, repitiéndome mentalmente "puedo hacerlo, puedo hacerlo, no soy tan mala, puedo hacerlo". Más lamentable aún, es confesar que también me pasa cuando tengo que hacer algunos llamados telefónicos.

12- Esto es vox populi, pero no menos importante: el día que vi por primera vez Cinema Paradiso, lloré. Pero no lloré al terminar la peli, en la mitad, ni siquiera tras veinte minutos de cinta. Lloré mientras aparecía el menú en mi DVD, con la música. Y por varios meses, no podía escuchar el tema principal sin que se me piantara un lagrimón.



Invito al ocasional lector a sincerarse también y contar algunas cosas... Acá nadie juzga a nadie, que no soy la más indicada para hablar.

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