Desafío.

Habrá sido la influencia de la película Julie & Julia, o tal vez el tiempo de reflexión bajo la ducha, pero he llegardo a plantearme un desafío con respecto al blog.
Me gusta escribir, pero carezco de constancia. Hay veces que empiezo muy entusiasmada con una idea y en cierto punto, me estanco. Ahí queda. Los personajes se paralizan y miran hacia arriba, esperando que mis dedos continuen con el tipeado. En muchas otras ocasiones, no llego ni a escribir la base de la historia, quedando ésta como una película que se transmite de manera constante en mi mente. Me cansé de eso. Quiero escribir y sentir pasión por lo que escribo de manera constante, quiero saber que, cuando me encuentre con un punto difícil de superar en la historia, voy a ser capaz de encontrarle la solución y no quedarme detenida por tiempo indefinido. Así llegué a plantearme un ejercicio de fomentación para mis ganas de escribir: he decidido que en el transcurso de un año, empezando desde ahora, tendré que actualizar este blog semanalmente. 52 posteos, mínimo.

Esto tiene aparejadas algunas reglas, para obligarme a cumplir:
-la actualización deberá hacerse semanalmente, sin importar el día. Por ejemplo, actualizo el 1º Martes del mes, hasta el 2º Martes del mes estoy cubierta, pero entre el 2º y el 3º Martes, tiene que haber una actualización, sin que esta sea, necesariamente, el mismo día del posteo anterior.
-La actualización debe contener texto escrito por mi, por mínimo que sea.
-Se puede actualizar subiendo el video de una canción, una foto, o una cita literaria, pero si este es el único contenido del posteo, no será considerado como válido para el desafío.
-El posteo deberá contener más de 5 renglones en el formato asignado actualmente.

A partir del momento en que toque el botón de "publicar entrada", no hay vuelta atrás. Se largan las 52 semanas, y no hay tu tía.

Poco a poco me voy yendo, hago la cuenta regresiva con aquél que lea (me motiva un poco más creer que hay un alguien leyendo esto, aunque haya llegado por error).

5...

4...

3...

2...

1....

¡A ESCRIBIR!
A ver cómo estamos en el próximo año.

Miércoles 6 de Octubre de 2010

Cuando tenía seis años, tuve un momento de epifanía: todos nos vamos a morir. Y me dio miedo pensar, intentar entender lo que sería la vida sin mis abuelos y mi mamá. Recuerdo que corrí a la habitación y, como si fuera portadora del más urgente de los mensajes, le dije a mi mamá que un día, ella iba a morir, así también los abuelos, y así todos. En pos de darme la calma que mi joven espíritu necesitaba, mi madre me dijo que faltaba mucho para eso. No sé si hay una medida para determinar cuánto es mucho, pero catorce años no me parecen suficientes.

Hoy perdí a mi abuelo. Contra todos los pronósticos y el imaginario familiar que se había formado, no fue el tumor lo que lo mató. Una hemorragia digestiva, creo que fue el término que escuché. Y si bien duele, como nada me dolió hasta ahora, encuentro algo de alivio, para mi ser egoísta, en saber que todo ocurrió mientras él dormía, y en pensar que, al menos, no tuvo que pasar por una etapa de deterioro mayor.

Mi primera reacción, fue pensar que era una broma. Y después del abrazo de mi viejo, ir a tomar un café. Creo que temblé. Y lloré, lloro y seguiré llorando. Porque es difícil entender que esto no fue un sueño, que cuando me levante mañana, él no va a estar, que la cama junto a la de mi abuela quedará vacía.

Prefiero recordar al Gordito antes de la operación, con las bromas que nos hacíamos y que, incluso hoy (o por sobre todo hoy), me sacan una sonrisa. Tal vez hayan sido estos mismos recuerdos que lograron que, al entrar a verlo, no encontrara al Gordito de los últimos tres meses, sino al de unos años antes, más rellenito y con una boca que parecía querer insinuar una sonrisa. El trencito con Minnie, el monopoly, la perinola, las tardes de matecocido y El Zorro, las salidas del jardín y la primaria, las tardes de natación, los mediodías con Sabrina y Daria, el día que hice de Sol, los cincuenta años de casados, y esa foto de mis trece. Un remolino de recuerdos que se suceden, se repiten, van y vienen, pasan en cámara lenta, se detienen, como si alguien jugara con un dvd, mi dvd mental.

Calculo que este no es uno de esos momentos que se "superan", sino uno con el que se tiene que aprender a vivir. No alcanza el día justificado que me dan en el trabajo, pero eventualmente, aprenderé.

Por momentos, esto se siente como parte de un sueño, una película que no me pertenece, y por otros, es lo más real que viví en mi vida. Tarde o temprano iba a llegar este momento. Lo cierto, es que siempre parece más temprano que tarde.


Rene "Renato" "Gordito" Jardón
22/06/1932 - 06/10/2010