Semana 40 - El banco

(Monólogo interior)

¿Cuándo me fui del laburo? No del mal pago de la revista, del otro...En... febrero. Entonces en el banco tenía depositado hasta febrero inclusive. Desde el, ponele, 10 de marzo el único movimiento de la cuenta es de extracción. Es como ser un hombre de 40 años que se está quedando pelado: lo que se va, no vuelve. Hace cinco meses que tengo una cuenta abierta al pedo en el banco. Y como al toque de irme del laburo, impusieron una nueva tarjeta, ahora como no la fui a buscar, no puedo entrar a mi homebanking, del que igual ya no sé la contraseña, a transferir la plata.
Tengo guita en un banco y no la sacooooooooo!!!!

¿Y por qué? Porque si la tengo en casa, no quiero que llegue el día en que abra la billetera y salgan moscas. Si está en casa soy consciente del gasto, mientras que si está en el banco y opero con la de débito, juego con ceros y unos, y no me avivo que es guita. Claro, un día me voy a estar por comprar ALGO, y me la van a rebotar. Y listo, no hay tu tía. Además, operar con débito es más fácil que con efectivo, no tenés que contar la plata para ir justo... ¡y todos vimos el capítulo de Garfield donde John Bonachon no podía comprar un tacho con billetes tangibles! ¡Solo tarjetas! ¡Y era Bonachón, no yo!

Ok, basta nena de mentirnos. El razonamiento es estúpido, salvo por la practicidad. Pero la practicidad esconde el riesgo del no control, del no saber cuánto se está gastando, cuánto queda. Además, los bancos no te mantienen una cuenta abierta tarola... hay un super gasto de energía virtual que, si no hay ingreso de un sueldo en una CUENTA SUELDO, se descuenta de tus ahorros. ¡Dejate de joder y cerrá la cuenta de una vez!

Cómo se nota que en el 2001 tenías once años, pendeja, eh.

El lunes. Después de cursar. Voy. Ya está. Y si no es el lunes, tengo tiempo hasta el 20 y pico de mes, me lo dijo el chico de recepción cuando fui, hace tres meses, un día en que los bancarios hacían paro.


En otro orden, tengo que aprovechar mi lapsus de ganas de escribir (aunque acá no se note) que me surgió después de leer una saga de tres libros en un fin de semana. Estoy pensando, y creo que voy a llegar a una gran conclusión, que no es solo tener ganas, o encontrar la inspiración o lo que pindonga sea, sino ser constante, obligarse a uno a hacer las cosas, a sentarse con una lapicera y un papel... entonces, debería obligarme a obligarme a ser constante. That's it!

A doce semanas de terminar, estamos como queremos.

Semana 39 - Positivismo fuera

"Pensá que podés, se positiva"
"Un tropiezo no es caída"
"Lo importante es levantarte"
"Tenés que estar tranquila, y tener confianza en vos"
"Si dejás todo ahí, y te va mal, por lo menos, sabés que diste lo mejor de vos, y eso es lo importante, que lo intentaste"


Qué lindo es aconsejar a la gente y no poder aplicar lo mismo para una.

Una mala sesión de roller derby me deja sumamente sensibilizada.

Semana 38 - No dejes para mañana

Wordreference traduce "procrastination" como "dejar las cosas para más tarde". Como es una frase, y a la mayor parte de la población le fatiga usar frases hechas, se empezó a usar "procrastination", y ya todos sabemos de qué hablamos. Es una bonita manera de decir "estoy vagueando" o "no hago lo que se supone que debería estar haciendo".

Es sentarse a estudiar frente a la computadora, por si el programa de descargas nos pide algún código importante.
Es enviar un mail con alguna tontería, pero que es super importante, y revisar el correo cada cinco minutos.
Es bajarse el Portal la semana anterior a rendir y no parar de jugarlo.
Es mirar películas malísimas con la excusa de que trabaja tal o cual actor.
Es decidir hacer abdominables.
Es dejar de hacer abdominales.
Es buscar la definición de "procrastination" en el diccionario, y explicarlo.
Es entrar al facebook a buscar juegos, probarlos y decidir que no nos gustan, para luego borrarlos del perfil.
Es entrar al facebook y hacer alguna publicación que diga lo mismo que acabo de poner.
Es buscar maneras de reciclar la cinta de video.
Es buscar proyectos de reciclaje y remodelación en general.
Es pensar en armar un tablero de un juego.
Es crear tu propio sistema de signos.
Es poner la casa patas para arriba en búsqueda de un chocolate y conformarte con una galletita o un caramelo.
Es separar los caramelos por colores. Azules, verdes, rojos, tonos cálidos o fríos.
Es buscar un tema que te motive a estudiar entre los miles y miles que tenés en el reproductor.
Es ponerlo a todo volumen, e interpretarlo con un micrófono invisible, con unos pasos de bailes imposibles.
Es buscar otro tema que esta vez sí, te permita ponerte a estudiar sin dormite.
Es ir a dormirte.
Es actualizar mi blog, con oraciones cortas.
Es dibujar sobre tus apuntes.
Es ver el vuelo de una mosca, o soplar las migas del pan.
Es preparme el mate para no dormirte y terminar tomando mate sin hacer nada más.
Es saludar a gente con la que no hablaba hace tiempo.

Es una excusa.

Semana 37 - Loca de mierda

Hoy escribo bajo los efectos de la histeria femenina. Porque si un día salís a la calle sintiéndote, no una diosa, pero sí una chica que no está mal, al otro día se te da por pensar que pisar bosta de caballo con calzado bajo en una calle oscura es más agradable que mirarte en el espejo. Sostengo que la histeria es condición del humano, y que los hombres también la sufren. No sé si ellos llegan a pasar por esta seguidilla de pensamientos destructores del autoestima.

Son las inseguridades esas las que afloran de vez en cuando y te ponen los pelos de punta, mientras que todos a tu alrededor se preguntan "¿qué le pasa a esta piba?". Yo, por ejemplo, me suelo poner de mal humor y opto por mantener un mutismo digno de un monje en meditación, pero una interrupción, una pregunta, por más pequeña e inocente que sea, es suficiente para que haga cortocircuito y mis ojos se pogan rojos. Ahora, si la pregunta es algo similar a "¿qué? ¿estás de mal humor?", la bestia que llevo encadenada en mi interior se libera y solo volverá a calmarse cuando tenga sangre entre sus garras. El mal humor se me nota en la cara, en la voz, creo que hasta llego a oler a mal humor, pero por las dudas, lo aviso: "estoy de mal humor. No me jodan". Si aún así, alguien quiere correr el riesgo de entablar conversación, no me responsabilizo de NADA.

Este estado anímico es el primero. Puede venir seguido de un embole superlativo y momentos bajoneros, acompañados por una guarnición de dulces (preferentemente chocolates). Puede pasar que el momento bajonero me ataque solo, y, de nuevo, la pregunta "estás de mal humor", si bien no me crispa, me resulta insoportable. ¿Cómo se puede confundir tristeza con mal humor, eh?

Luego sigue la etapa reflexiva, donde la locura femenina aparece en todo su esplendor. "Estoy gorda. ¡No! Con este flotador es imposible que me ahogue. Claro, si me la paso comiendo... que pan, que chocolate, que caramelos y galletitas...", sumado a que en invierno se come más y que no estoy haciendo otro deporte que subir y bajar del 160, la situación no favorece a la cintura de avispa. Pero la cosa sigue: el pelo. Debo tener uno de los peores pelos.... inmanejable. Por lo general, no me importa su estilo "Angela Anaconda", todo lo contrario, pero en esos días, me revienta... porque está ESE mechón, curvo, que se te queda paradito apuntando para cualquier lado, imposible de bajar, como el pelo de Cameron Diaz en Loco por Mary. Y encima, azul. ¿Quién me manda a mi hacerme las puntas de colores? Rebeldía tardía, post renuncia laboral, se llama. Una gilada, bah.
Como si recién me viera en el espejo noto que soy muy alta para la altura promedio de la mujer, afortunadamente nadie nunca me llamó Torre Eiffel. Y como si mi imagen no pudiera emporar más, mi personalidad deja mucho que desear. Sin contar que tengo la boca más sucia que La Negra Vernaci. Este cúmulo de pensamientos, de auto-atentado termina por colapsar el día, y lo único que queda por hacer es ir a dormir, si es que no tuve la precaución de hacerlo después de comerme la segunda barra de chocolate, y antes de verme en un espejo.

El trato hacia mis pares va cambiando según la etapa que transite, desde expresiones de enojo, hasta la más absoluta indeferencia. Pero, con mayor o menor disimulo, lo único que puedo sentir es que odio a todo el mundo. "Dislikes many people... posibly everyone" dice en el comic Scott Pilgrim sobre Kim Pine y nada se ajusta mejor.

Por suerte, esto pasa de vez en cuando. Y por lo general, en "esa época del mes". ¡Ay, Andrés!