Semana 14 - El adiós

31/01/2010

Qué justo que este blog sea actualizado los lunes y qué justo que mi último día en el Ministerio haya sido un lunes también.

Me acuerdo del 21 de mayo del 2008. Llegué a las 10 de la mañana y Seba ya estaba en la oficina. A los pocos minutos, apareció Mingolo y supe, por instinto natural, que con ese hombre no me iba a meter JAMÁS.
Ese día y el siguiente, estuvieron llevándome a conocer a todo el personal de la Unidad y de otras áreas con las que estábamos en contacto. Al llegar a casa había olvidado hasta mi nombre.

Dos años y ocho meses más tarde, me fui de ese lugar. Tengo buenos y malos recuerdos, como de la mayor parte de las cosas de la vida. Días en donde el trabajo (y su gente, principalmente), me sirvió para esconderme un rato de la realidad; días en los que la fuerza de voluntad no era suficiente como para soportar toda la jornada; días de terror en pensar que en diez años iba a seguir ahí. Momentos de risas y de puteadas. Gente que en un principio me cayó mal y después, todo lo contrario. Gente con la que me llevé bien desde el primer momento. Buena gente. Gente que no tan buena. Gente con la que tardé en entrar en contacto.

Si algo me llevo de ese trabajo, si algo elijo guardarme para el futuro, no es, claro está, mi capacidad para atender el teléfono, la velocidad de foliado, la rapidez de mis piernas para avanzar por los pasillos, la carga de pedidos a Informática o a Mantenimiento, ni mucho menos el cálculo de bandas horarias. Si algo elijo llevarme es la experiencia a nivel "humano". El compartir día tras día con tanta gente, con momentos de distención, momentos de sentarse a hablar seriamente. Ver el trato de las personas entre sí (ver las falsedades y las amistades). Aprender lo que significa que alguien tenga "poder", que alguien se "crea dios","que está sobre el resto" y el manejo, el desinterés... el cargo en una estructura no lo es todo, aún si tu sello te pone en el lugar de Jesucristo... lo que importa es la calidad humana, el trato para con el otro (y la cantidad de ataques de histeria no favorecen en absoluto esta evaluación).

Creo que siempre quise irme. Desde que entré. No porque no me gustara, sino porque no estaba en mis aspiraciones terminar ahí... mi mayor temor era ser como mi madre en este aspecto. En mi cabeza imaginé que el último día hacía destrozos. Pero no fue así, lejos estuve. Mi felicidad era notoria, por emprender este nuevo proyecto, por encarar una nueva etapa de mi vida, pero al mismo tiempo estaba ese "no sé qué" que te agarra por dejar gente atrás, experiencias, recuerdos.

No sé cómo saldrá todo a partir de ahora. Todavía no entré en ningún tipo de crisis por pensar en lo poco que voy a ganar y todos los gastos que tengo. No sé si mejoraré, si me dirán "gracias, hasta pronto" o si en un tiempo me voy a cansar y voy a irme. Lo que espero, es que nunca me encuentre en una situación en la que me arrepienta de haber dejado al Mecon. Era hora de irme, de volar hacia nuevos rumbos, en cierta medida, era hora de jugármela. Lo hice, y ahora, hay que ir con todo a eso.

Estamos en el baile y seguir el ritmo es lo único que nos queda...

Al final, el chiste terminó con una placa de red. =)

38 semanas y contando.

Semana 13 - Los firmantes

Estaba en tercero o en cuarto grado cuando en el cuaderno de comunicaciones llegó el aviso de que iban a ir a la escuela a hacernos el DNI. Recuerdo haberme sacado la foto antes de hacerme un estudio médico con un hombre que me hacía chistes para que sonriera... pero a mi nunca me gustaron mis dientes y simpre traté de esconderlos, así que sus intentos fueron en vano. Miento, fueron para peor, porque por cerrar la boca cuando se venía la risa, salí con una cara de papa terrible, que hacía que mis redondeados cachetes rellenos parecieran aún más rellenos.

Más allá del ataque al buen gusto que significó esa foto, la llegada del DNI trajo una nueva preocupación a mi vida: tenía que tener una firma.

La palabra "firma" no decía mucho para mí por aquél entonces, pero mi madre, con su paciencia china, me explicó lo que era una firma y para qué servía. Sus palabras aún resuenan en mis oídos: "la firma siempre es la misma, la hacés siempre igual, y sirve para identificarte en un trámite" (ok, no me resuenan muy bien, hay una importante distorsión y el mensaje no llega completo, pero esa era la idea). La presión fue extrema: tenía que encontrar una firma que pudiera reproducir por el resto de mi vida, porque si no, iba a tener problemas. En mi imaginario, yo acudía al banco y como la patita de la "j" no me salía igual a lo que ellos tenían registrado, no me iban dejar acceder a mi plata, e iban a llamar a la policía, a una unidad especial que arrestaban a falsificadores como yo.

Tardes enteras buscando cómo firmar, qué poner: ¿mi nombre? ¿Un pseudónimo? ¿Iniciales? ¿Apellido? ¿Nombre Y apellido? Ninguno de mis intentos quedaba bien, y menos aún, podía repetirlos a la perfección luego.

Finalmente, logré armar una que es una mezcla de mi nombre y las iniciales de mi apellido en algún lado: es que más bien parece que empezara con el inicio de mi nombre y terminara en un mamarracho. Conseguí la firma, sacrificando la producción seriada: no soy capaz de repetirla. No creo que haya dos firmas iguales mías, y se puede ver sin necesidad de un perito.
Asimismo, me di cuenta que los bancos no tienen un perito y que mi cuenta no rebalsa de dinero como para que se preocupen exccesivamente.

Para seguir con el tema, me llevó mucho tiempo acostumbrarme. Las primeras veces, me ponía tan nerviosa que me trababa o hacía cualquier cosa... un garabato que en nada se parecía a mi firma.

El uso de la tarjeta de débito me curó de espanto.

39 semanas y contando...

pd: ¡Vi Volver al futuro en cines!
pd2: recibir un reconocimiento por trabajo, no tiene precio.

Ventajita

Una de las ventajas, son las imágenes recién salidas del horno.



Sisi, dale, leeme la mente... no me hago responsable.

Dragons - Caravan Palace






Vi The Social Network... es entretenida, sí y Jesse Eisenberg está bien, con su increíble capacidad para hablar rápido. Pero... ¿tanto premio? ¿Tanto a "mejor película"? Tendré que ver a la competencia, porque no me parece que sea TAN buena.
Bah, The hurt locker tampoco.

Semana 12 - La hormiga trabajadora

Si alguien me hubiera dicho hace unos meses que iba a estar un lunes a la 1 de la mañana terminando unos pendientes de trabajo, me hubiera reído en su cara tres horas seguidas. Qué de vueltas da la vida.

Hoy salí contenta a tomarme el colectivo, porque iba a tener la oficina para mi (lo que se traduce a música a niveles no aptos para oídos sensibles)... pero es difícil mantener el humor cuando SEIS colectivos siguen de largo. Yo comprendo a los colectiveros que se calientan cuando la gente los putea por no parar y ellos no tienen espacio ni para manejar. Por eso es que no me acordé de la familia de los dos primeros...¡pero el tercero! Me acordé de sus familiares más queridos...¡VA CÍ O! Después (y por después quiero decir, fácil, 10 minutos, sumados a los que ya había tenido que soportar) pasó oooootro colectivo llenito. De nuevo, comprendo. ¡PERO EL QUINTO! Ah, no, a ese le maldije la descendencia hasta la quinta generación. ¡Hijo de puta! Faltaba que me saludara o me tocara la bocina "simpáticamente".
Ya estaba por pensar que había muerto y era un fantasma que no se dio cuenta de lo que le había pasado (altamente factible, considerando mi estado al despertarme), cuando noté que no estaba sola en la parada...y las otras 7 personas no podrían ser fantasmitas amigables también.
El sexto hasta las manos. Recuerdo haberlo puteado un poco por inercia.
El séptimo me paró. Estuve a esto (el pulgar y el índice de mi mano izquierda están a muy poca distancia) de darle un abrazo y poner música brasileña.

Es muy difícil mantener los buenos modos, el humor alegre cuando ya arrancás la semana así. Claramente, no soy yo... ¡es el Universo!

Me voy a dormir.


40 semanas y restando.

Semana 11 - Renuncio


Miles de veces había fantaseado con este día. En ir a trabajar borracha, o drogada y decirles en la cara todo a todos.

"VOS", hubiera empezado, señalándolos con mi temible dedo índice a medida que iba repartiendo verdades "sos un baboso de cuarta. Sos... desagradable y te creés que sos el tipo más fachero de todo el país".

"VOS... esos no son mis ojos"

"A VOS... ¿te pensás que te quiero robar tu trabajo? ¡No me importa! Quedatelo, se feliz, yo me voy a vivir mi vida".

"USTEDES...¿pueden dejar de criticarme por mi pelo, mi vestimenta, porque como con mucho condimento, o le pongo mucha sal, porque me gustan las películas de gore y de zombies?"

"VOS...dejá de ser tan falso"

"Y VOS... ¿podés ponerte a trabajar o al menos disimular un poco más?"

O que entrara mi jefe y me dijera "buen día"
-No son buenos, son excelentes. ¿Y sabe por qué? ¡PORQUE ME VOOOOOY! Renuncio. Ya no soy más su secretaria, ya no voy a atender más el teléfono y poner excusas o parecer amable con gente que no me cae para nada bien. Ya no tengo que salir a pagar cuentas y soportar colas kilométricas en el banco. Ya no tengo que intentar encontrarle sentido a un powerpoint en inglés. Ya no siento que se me va la vida y yo sigo estancada en esta oficina con problemas de aire acondicionado y suciedad. ¡YA SOY LIBRE! No me voy a convertir en esa típica vieja sorete de organismo estatal, ni voy a tener cuarenta años y pensar que me tendría que haber ido. No. No sé qué me deparará la vida, pero no voy a estar acá para averiguarlo. ¿Y sabe qué? Es lo mejor que me pasó, es el salto que estaba buscando, es un intento por encontrarme, por abrirme camino en este mundo y no sé si me irá bien o mal, pero me va a ir. Porque hay algo más que estar acá. Porque no puedo conformarme como Pam, no puedo pedir una transferencia de área porque para cualquier otro puesto soy inútil. Y no quiero sacrificar lo que me gusta. No voy a seguir odiándome por estar encerrada entre estas cuatro paredes, ni sentir que cada día es una nueva agonía. No más. Así que chau, que le vaya bien o lo mejor posible. Gracias por financiar mis estudios y darme experiencia laboral.
Y me iba y cerraba la puerta y la gente, que había escuchado mi discurso me aplaudía. Alguno tiraba los papeles y se iba conmigo. El chico lindo del otro proyecto me miraba con admiración y luego, salía a buscarme.


Lejos de ese mundo de ensueño, de esas fantasías propias de una sitcom, la situación fue, más o menos la siguiente:
-¿Tiene un minuto?-mi Jefe asintió.-Quería decirle que a partir de febrero ya no trabajo más acá, encontré otro lugar...
-Bueno.
(Silencio)
-Eh... bueno, le avisaba por si quería buscar a alguien, y que le explicara algunas cosas y... todo eso.
-Sí, vamos a tener que buscar a alguien y todo eso.
(Silencio)
-Ok, listo, era eso.
Y volví al cálculo de bandas horarias. EL ÚLTIMO CÁLCULO DE BANDAS HORARIAS.
Por un momento, una pequeña parte de mi creyó que mi jefe iba a preguntarme algo... a interesarme por mi renuncia... Tengo la palabra "ilusa" escrita en mi frente.

Así que, sí, me voy. Desde el primero de febrero dejo de trabajar en el ministerio de economía y paso a estar en una revista de cine, Haciendo Cine. Sí, es una oficina y creo que tengo problemas con el aire acondicionado (o está muy fuerte, o está apagado... no parece existir el término medio). Y si bien no es lo que yo estudié ni implica un desafío a mis capacidades narrativas, es un poco más afín a lo que me gusta que es, lisa y llanamente, el cine. Me pagan poco, los viáticos, pero los horarios van mejor con la facultad. Y si no era esto ahora, el salto ya planeaba darlo en marzo. Buscar cualquier trabajo para cambiar de aire. 2 años y 8 meses...con buenos momentos, y otros no tanto, con ataques de inseguridad, de no saber qué hacer, cómo escapar, sintiéndome atrapada y con esa sensación de que no iba a poder aguantar un día más ahí dentro. Ya era hora.


De todas formas, se siente un poco extraño.


41 semanas y contando.





Pd: Jim Halpert... I'll be waiting.





Semana 10 - Prórroga

03/01/2011

-Siendo hoy día de la publicación semanal, vengo a perdir(me) una prórroga.

-¿Motivo?

-No me encuentro muy bien.

Levanto la vista del formulario que estaba completando y me bajo los lentes. Me analizo con la mirada, buscando ese tic inconfundible de la mentira. Tras unos segundos, vuelvo a acomodarme los anteojos y termino de completar el formulario.

-Muy bien. Se (me) lo concedo.

Mojo el sello en la tinta y con fuerza lo imprimo sobre el par de hojas. Me las extiendo.

-Firma y aclaración.

Obedezco. Devuelvo las hojas. Las separo. Entrego una para mi y la otra me la quedo yo.

-¡EL QUE SIGUE!