Semana 12 - La hormiga trabajadora

Si alguien me hubiera dicho hace unos meses que iba a estar un lunes a la 1 de la mañana terminando unos pendientes de trabajo, me hubiera reído en su cara tres horas seguidas. Qué de vueltas da la vida.

Hoy salí contenta a tomarme el colectivo, porque iba a tener la oficina para mi (lo que se traduce a música a niveles no aptos para oídos sensibles)... pero es difícil mantener el humor cuando SEIS colectivos siguen de largo. Yo comprendo a los colectiveros que se calientan cuando la gente los putea por no parar y ellos no tienen espacio ni para manejar. Por eso es que no me acordé de la familia de los dos primeros...¡pero el tercero! Me acordé de sus familiares más queridos...¡VA CÍ O! Después (y por después quiero decir, fácil, 10 minutos, sumados a los que ya había tenido que soportar) pasó oooootro colectivo llenito. De nuevo, comprendo. ¡PERO EL QUINTO! Ah, no, a ese le maldije la descendencia hasta la quinta generación. ¡Hijo de puta! Faltaba que me saludara o me tocara la bocina "simpáticamente".
Ya estaba por pensar que había muerto y era un fantasma que no se dio cuenta de lo que le había pasado (altamente factible, considerando mi estado al despertarme), cuando noté que no estaba sola en la parada...y las otras 7 personas no podrían ser fantasmitas amigables también.
El sexto hasta las manos. Recuerdo haberlo puteado un poco por inercia.
El séptimo me paró. Estuve a esto (el pulgar y el índice de mi mano izquierda están a muy poca distancia) de darle un abrazo y poner música brasileña.

Es muy difícil mantener los buenos modos, el humor alegre cuando ya arrancás la semana así. Claramente, no soy yo... ¡es el Universo!

Me voy a dormir.


40 semanas y restando.

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