Semana 46 - El manco de Lepanto

Sentí su presencia, su respiración agitada acercándose. Me abstraje de los gritos de mis compañeras y giré levente la cabeza sobre mi hombro izquierdo. Evalué la situación por unos segundos, lo suficiente como para que mis pies se movieran hacia la izquierda y todo mi cuerpo los acompañara. El cálculo fue preciso y logré impactar contra su cuerpo. Un grito desgarrador, cual guerrero a punto de acortar la distancia que lo separa de su oponente, brotó de mi garganta, suficiente como para darme coraje y liberar el dolor correspondiente a sentir un codo clavándose en mi hombro.

En el momento, molestaba, pero el dolor llegó al momento de bañarme e intentar sacarme la remera. Resultado: hielo, y mantener el brazo quieto por unos días. Vale aclarar que esto me pasó el viernes y este martes tuve la última sesión de terapia física, por lo que, al visitar al médico de guardia, mi temor fuera que me mandara diez sesiones más... no es porque sea un embole y me duerma en la camilla, no es porque esté lleno de gente de la tercera edad que ronca, es porque me torcí el pie, diez sesiones, tuve tendinitis (en el mismo hombro), otras diez sesiones... ¡¿y ahora ésto?! Por suerte, el médico de guardia nos despachó rápido para poder volver a dormir y no me aconsejó nada que hielo y reposo.

Así que, pañuelo al cuello, escribo estas líneas con una sola mano. El nivel de velocidad de tipeo disminuye ampliamente.

¿Reflexionando?, llegué a enumerar una serie de descubrimientos y cosas que se vuelven más difíciles o imposibles de hacer con una mano:
-el shift de la derecha es útil. No necesito estirar mis dedos a punto de desgarrarse para apretar el shift y el enter al mismo momento, por ejemplo.
-no puedo tocar la guitarra
-cortar el papel higiénico se vuelve una tarea ridículamente complicada.
-cortar la comida
-subirme y bajarme los pantalones
-sacarme la remera... no es que lo hago con una mano, pero no puedo hacerlo sin soltar unos cuantos improperios (siempre quise usar esa palabra) en el camino.
-lavar los platos (y cualquier otro elemento de la cocina)
-hacerme un sandwich
-arreglar unos subtítulos, por ridículo que parezca. No podía no usar la mano para corregirlos.

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