(Monólogo interior)
Tengo guita en un banco y no la sacooooooooo!!!!
¿Y por qué? Porque si la tengo en casa, no quiero que llegue el día en que abra la billetera y salgan moscas. Si está en casa soy consciente del gasto, mientras que si está en el banco y opero con la de débito, juego con ceros y unos, y no me avivo que es guita. Claro, un día me voy a estar por comprar ALGO, y me la van a rebotar. Y listo, no hay tu tía. Además, operar con débito es más fácil que con efectivo, no tenés que contar la plata para ir justo... ¡y todos vimos el capítulo de Garfield donde John Bonachon no podía comprar un tacho con billetes tangibles! ¡Solo tarjetas! ¡Y era Bonachón, no yo!
Ok, basta nena de mentirnos. El razonamiento es estúpido, salvo por la practicidad. Pero la practicidad esconde el riesgo del no control, del no saber cuánto se está gastando, cuánto queda. Además, los bancos no te mantienen una cuenta abierta tarola... hay un super gasto de energía virtual que, si no hay ingreso de un sueldo en una CUENTA SUELDO, se descuenta de tus ahorros. ¡Dejate de joder y cerrá la cuenta de una vez!
Cómo se nota que en el 2001 tenías once años, pendeja, eh.
El lunes. Después de cursar. Voy. Ya está. Y si no es el lunes, tengo tiempo hasta el 20 y pico de mes, me lo dijo el chico de recepción cuando fui, hace tres meses, un día en que los bancarios hacían paro.
En otro orden, tengo que aprovechar mi lapsus de ganas de escribir (aunque acá no se note) que me surgió después de leer una saga de tres libros en un fin de semana. Estoy pensando, y creo que voy a llegar a una gran conclusión, que no es solo tener ganas, o encontrar la inspiración o lo que pindonga sea, sino ser constante, obligarse a uno a hacer las cosas, a sentarse con una lapicera y un papel... entonces, debería obligarme a obligarme a ser constante. That's it!
A doce semanas de terminar, estamos como queremos.